Hay momentos en que las palabras, los comentarios, los análisis tácticos suelen estar demás. Y este quizás sea uno de esos momentos. Porque a pesar de buscar el partido pensando en jugar de igual a igual en cualquier cancha y ante cualquier rival, con aciertos y errores, buscando el arco de enfrente, no alcanza con las intenciones y algunos buenos pasajes.
Algo de lo que marca este presente de Tigre que anoche no pudo salir indemne del difícil estadio Brigadier López. Y no estuvo tan lejos de traerse un punto, porque más allá de las distintas necesidades de ambos equipos y de la lejanía en la tabla de posiciones, no fue mucho más el vencedor. Cómo nos tiene acostumbrados, los primeros minutos del equipo de Sava mostraba la actitud de jugar en campo contrario, tratando de llegar al área local con la mayor cantidad de gente posible, basándose en el juego de Alexis Castro que salía con pelota dominada buscando enlace con Morales y Luna, juntándose cerca del área local y generando leve peligro para la defensa sabalera. Pero esta vez fueron algunos pocos minutos y después pareció que el buen presente del equipo santafesino iba a marcar el rumbo del partido.
Y así fue no más. Mientras el conjunto local llegaba con frecuencia la arco de Javi García, Tigre se iba diluyendo en cada intento de ataque. Quedaban distanciados Luna y Rincón de lo volantes que podían generar ese juego que le permitiera inquietar al arquero Bron. Tigre sufre el síndrome de las pelotas de jugada parada. Ya contra Racing sufrió en el segundo gol cuando el de menor estatura pareció sólo para convertir y ayer a los 28 minutos del primer tiempo, luego de un centro al corazón del área, la peinada de Ledesma y la entrada solitaria del siempre peligros Vera, que casi sobre la línea de gol, aparece en soledad para empujarla no más y poner en ventaja a Colón. Otra vez a remarla en desventaja.
La verdad es que Tigre intentó, pero ese primer tiempo no era lo que venía mostrando. Muy lejos las líneas le quitaban poder de fuego a los delanteros. Necesitaba más presencia en las cercanías del área local. Lo notó Facundo Sava cuando vimos que con el regreso para disputar el segundo tiempo aparecía entre los once el juvenil Ramón Mierez. Y antes de los dos minutos tuvo su premio cuando un remate del pibe, que parecía no tener demasiado peligro, se le escurrió de entre las manos al arquero local y el partido que se empardaba. Y daba la sensación que el el matador iba a aprovechar el hombre de más, desde los 40 minutos del primer tiempo, cuando fue expulsado Ceballos, porque jugaba con el apuro de Colón en busca del segundo lo que le permitía golpear de contraataque, sobre todo desde el sector derecho con la entrada de Ellacópulos, que le dio dinámica a esa salida.
Pero duró hasta los 16 minutos, cuando una nueva pelota que llega al área, otro cabezazo y la entrada de Leguizamón apareciendo en Soledad junto a Vera no tuvo más que empujara para derrtar al arquero García. Quedaban casi 30 minutos para intentar llegar al empate que se alejaba cada vez más. Tuvo oportunidades ciertas, sobre todo una muy clara con un remate de Ellacópulos en el borde del área chica que se fue muy lejos por arriba del travesaño.
Pero intentaba y no había forma. Iba y hasta hubo un penal clarísimo en perjuicio de Mierez ignorado por el árbitro. Pero el viento no sopla a favor. Momentos aciagos en los que se necesita ese triunfo que tonifique y marque el camino. Quizás el sábado a las 18,20 frente a Banfield en Victoria, sea el momento preciso.